Hilda Leonor Aguirre Oliveros “Hilda Aguirre” nació el 11 de agosto de 1948 en Huimanguillo, Tabasco.
Fue hija de José Manuel Aguirre Colorado —abogado ligado a la Lotería Nacional— y de María Amparo Oliveros.

Desde muy joven mostró inclinaciones artísticas y a los 16 años debutó ya en medios: fue conductora en el programa TV Musical Ossart.
Carrera cinematográfica y televisiva: brillo en los 60s, 70s y más allá
Su salto a la fama llegó con papeles emblemáticos en cine como Sor Ye-yé (1967), en la que interpretó el papel de Sor María, y La hermanita Dinamita.
Participó en más de 50 películas, así como en numerosas telenovelas y series como Bárbara (1971), Chispita (1983), Dulce desafío (1988), Cadenas de amargura (1991) y Mañana es para siempre (2008).
A pesar del éxito, también hubo controversias: en Sor Ye-yé, por ejemplo, se reveló que su voz al cantar fue sustituida por una doble.
Dolor, accidentes y decisiones difíciles
Una fecha que marcó su vida fue el 31 de agosto de 1986, cuando viajando por la carretera México‑Puebla sufrió un grave accidente automovilístico junto con su esposo Mariano González. Aguirre sufrió severas lesiones: desprendimiento del ojo derecho y nueve fracturas en el rostro.
A lo largo de años se sometió a múltiples cirugías reconstructivas, al menos catorce en total.
Las s ecuelas físicas vinieron acompañadas de una baja en su seguridad personal para estar frente a las cámaras. Con el tiempo —y tras varios periodos de recuperación y de inactividad— decidió alejarse gradualmente de la actuación.
Vida personal y legado
Estuvo casada en dos ocasiones: primero en 1973 con Alberto Arelle, un empresario de origen libanés; luego, en 1983 con Mariano González Zarur, político priista que fue gobernador de Tlaxcala.

De su matrimonio con González Zarur, tiene un hijo, Mariano González Aguirre, quien ha incursionado en la política. El Heraldo de México+1
Entre la fama y la fragilidad
Hilda Aguirre es un ejemplo del glamour del cine mexicano de décadas pasadas: una mujer que alcanzó la fama por belleza, talento y presencia, que supo adaptarse a distintos medios (cine, televisión), pero también alguien que pagó un precio alto por la fortuna de estar en el ojo público.
El accidente que sufrió no solo cambió su rostro, sino también su relación con la actuación: pasó de ser protagonista en pantalla a elegir la discreción, y abrazar una vida más alejada de los reflectores. Aun cuando sostiene que extraña los escenarios, también reconoce que ya no se siente segura para volver como antes.







