No te Enojes: historia del juego que pone a prueba la paciencia

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no te enojes juego de mesa historia
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La historia del juego de mesa “No te Enojes” (conocido internacionalmente como Mensch ärgere Dich nicht en alemán o Ludo) se remonta a un antiguo juego de la India llamado Pachisi, que data del siglo VI. La versión moderna que conocemos hoy fue creada en Alemania en 1907 por Josef Friedrich Schmidt. Su objetivo era crear un juego simple y entretenido para sus hijos. A pesar de un inicio lento, se convirtió en un fenómeno masivo durante la Primera Guerra Mundial, cuando Schmidt donó 3,000 copias a los hospitales militares. El juego se popularizó como una forma de distracción para los soldados heridos y, a partir de ahí, conquistó el mundo, convirtiéndose en un clásico familiar cuyo nombre irónico (“No te Enoj-es”) refleja perfectamente la frustración y la diversión que provoca.

El Juego que Nos Advierte su Peligro en el Nombre

Hay juegos de mesa que requieren estrategia, otros que ponen a prueba nuestro conocimiento, y luego está el “No te Enojes”. Un juego de reglas aparentemente simples, con un tablero colorido y fichas de plástico, pero que esconde en su interior la capacidad de sacar lo peor (y lo más divertido) de nosotros. Su nombre no es una sugerencia; es una advertencia.

No te Enojes
No te Enojes tablero

Este clásico, que ha sido el protagonista de incontables tardes familiares y ha puesto a prueba la paciencia de generaciones, tiene una historia mucho más profunda y antigua de lo que imaginas. No nació en una fábrica de juguetes en el siglo XX. Su viaje comienza hace más de 1,500 años, en los palacios de la antigua India, y su popularización en Occidente está ligada, sorprendentemente, a los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial.

Esta es la fascinante historia del juego de mesa “No te Enojes”.

El Ancestro Sagrado: El Pachisi de la India

Para encontrar el origen del “No te Enojes”, debemos viajar en el tiempo y en el espacio hasta la India del siglo VI. Allí, en los patios de los palacios y templos, se jugaba un juego llamado Pachisi.

  • El “Juego de los Veinticinco”: Su nombre viene de la palabra hindi pachis, que significa “veinticinco”, el número máximo que se podía obtener al lanzar las conchas de cauri que se usaban como dados.
  • Un Tablero en Forma de Cruz: El tablero del Pachisi tenía forma de una cruz simétrica, y a menudo se bordaba en tela. Se dice que el propio emperador mogol Akbar I jugaba versiones gigantes del Pachisi en los patios de su palacio, usando a las doncellas de su harén como fichas vivientes.
  • Un Juego Real y Espiritual: El Pachisi no era solo un pasatiempo. Estaba cargado de simbolismo y, para algunos, representaba el viaje del alma a través de la reencarnación. Era el juego de reyes y de sabios.
Fichas del juego
Fichas del juego

De la India a Inglaterra: Nace el Ludo

En el siglo XIX, durante el Raj británico, los soldados y funcionarios ingleses en la India descubrieron el Pachisi y quedaron fascinados. Decidieron “occidentalizarlo”, simplificando algunas de sus reglas y reemplazando las conchas de cauri por un dado de seis caras.

En 1896, un inglés llamado Alfred Collier patentó esta nueva versión bajo el nombre de Ludo (del latín ludo, que significa “yo juego”). El Ludo mantuvo el tablero en forma de cruz y el objetivo de llevar las cuatro fichas a la meta, pero lo hizo más accesible y rápido para el público occidental. El Ludo se convirtió en un éxito masivo en Gran Bretaña y en todo el Imperio, y es el ancestro directo de la mayoría de las versiones que jugamos hoy, incluyendo el Parchís español.

La Genialidad Alemana: Josef Friedrich Schmidt y el “Mensch ärgere Dich nicht”

A principios del siglo XX, en un taller de Múnich, Alemania, un hombre llamado Josef Friedrich Schmidt estaba buscando una forma de mantener entretenidos a sus tres pequeños hijos. Inspirado en el Ludo inglés, decidió crear su propia versión del juego en 1907.

Josef Friedrich Schmidt
Josef Friedrich Schmidt

Su versión era aún más simple y directa. La llamó Mensch ärgere Dich nicht, una frase alemana que se traduce literalmente como “Hombre, no te enojes”. El nombre era una genialidad, una broma irónica que capturaba a la perfección la emoción principal que se siente al jugar: la frustración de que te “coman” una ficha justo cuando estás a punto de llegar a la meta.

Un Comienzo Difícil y una Guerra que lo Cambió Todo:
Inicialmente, el juego no fue un gran éxito. Schmidt produjo unas 3,000 copias y tuvo dificultades para venderlas. Pero en 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, tuvo una idea que cambiaría la historia de los juegos de mesa.

Decidió donar sus 3,000 juegos a los hospitales militares para que los soldados heridos tuvieran una forma de pasar el tiempo durante su recuperación. La jugada fue un éxito rotundo. El juego, simple de aprender y tremendamente adictivo, se convirtió en el pasatiempo favorito en las trincheras y los lazaretos. Los soldados, al regresar a casa, llevaron el juego con ellos, convirtiéndolo en un fenómeno nacional.

Para 1920, “Mensch ärgere Dich nicht” ya había vendido más de un millón de copias solo en Alemania. La pequeña empresa de Josef Friedrich Schmidt se había convertido en un gigante de los juguetes, y su juego, en un clásico inmortal.

“No te Enojes” en México y el Mundo

La versión alemana se exportó a todo el mundo, y en cada país, adoptó un nombre que reflejaba su esencia. En México, se popularizó como “No te Enojes” o, en algunas regiones, “No te Agüites”.

Mensch ärgere Dich nicht
Mensch ärgere Dich nicht

Aunque es muy similar al Parchís español (que también deriva del Pachisi), el “No te Enojes” se distingue por su tablero más simple y sus reglas más directas. Es un juego más rápido y, a menudo, más caótico.

¿Por Qué nos Encanta (y Odiamos) Jugarlo?

La magia del “No te Enojes” reside en su perfecta combinación de suerte y estrategia (aunque la suerte suele pesar más).

  • La Emoción de la Suerte: El lanzamiento del dado es puro azar. Puedes estar a un paso de la victoria y no sacar el número que necesitas durante diez turnos.
  • La Venganza es Dulce: No hay nada más satisfactorio que “comerte” la ficha de un oponente que te acaba de sacar del juego. Es una fuente inagotable de piques familiares y amistosos.
  • Accesible para Todos: Un niño de cinco años puede jugar contra su abuelo de ochenta. Las reglas son tan sencillas que cualquiera puede unirse a la diversión.
  • Un Reflejo de la Vida: Como la vida misma, el “No te Enojes” está lleno de altibajos. Un momento estás en la cima, a punto de ganar, y al siguiente, estás de vuelta en la casilla de salida. Nos enseña, a la mala, a tener paciencia y a no dar nada por sentado.

El Legado de un Juego que nos Pide lo Imposible

La historia del juego de mesa “No te Enojes” es un viaje increíble. Es la crónica de cómo un juego sagrado de la India viajó por el mundo, se transformó en las manos de los ingleses, fue perfeccionado por un padre alemán y se popularizó en medio de la tragedia de una guerra.

Hoy, más de un siglo después de que Josef Friedrich Schmidt lo creara, su advertencia sigue siendo tan relevante como siempre. Porque, aunque el tablero nos diga “No te Enojes”, todos sabemos que, en algún punto de la partida, nos vamos a enojar. Y esa, precisamente, es la razón por la que lo amamos tanto. Es más que un juego; es una prueba de carácter, un generador de anécdotas y un pilar de la convivencia familiar.

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