Por David Uriarte
Alternativo.mx / La fecundidad o capacidad reproductiva de los hombres era superior hace medio siglo, también su desempeño erótico y placentero.
¿Qué les está pasando a los hombres de hoy? Pues nada, como dicen los españoles, lo que pasa es que los hombres de hoy se enfrentan a tres circunstancias claramente definidas como causantes de su pobre desempeño sexual: adicciones, sobrepeso y diabetes.
El aumento en el consumo de sustancias psicotrópicas como el alcohol, tabaco, cocaína y metanfetaminas, tiene aniquilada la salud, juventud y desempeño sexual de muchos hombres menores de cuarenta años, incluso menores de veinte años.
El consumo de alcohol y drogas psicotrópicas es uno de los peores enemigos de las neuronas y los nervios sensitivos y motores; cada trago de alcohol en sus diversas presentaciones y cada inhalada de cocaína es un clavo más al ataúd de la función eréctil masculina.
Taquicardia, arritmias, aumento repentino de la presión arterial, infartos y dolores de cabeza, es el presagio de una función eréctil fallida, aunque la persona sea joven, pero adicta.
Por si las adicciones no fueran suficiente, la epidemia de obesidad y sobrepeso aumenta la probabilidad de una sexualidad frustrada, en tanto el corazón no alcanza a bombear la sangre suficiente a los genitales, pues tiene que alimentar el volumen de grasa corporal, pero además la viscosidad de la sangre aumenta por los niveles altos de colesterol y triglicéridos derivados generalmente de un estilo de alimentación rico en carbohidratos, más una vida sedentaria.
El problema fundamental de la diabetes es que daña los vasos sanguíneos y los nervios en la llamada microneuroangiopatía diabética.
La juventud masculina no puede resistir tanta agresión –alcohol, drogas, sobrepeso y diabetes— y es la combinación perfecta para tener disfunción eréctil masculina y una pareja sexualmente insatisfecha.
Lo más socorrido por los jóvenes y no tan jóvenes víctimas de un desempeño sexual pobre, es hacerse los enojados y volverse agresivos, distantes o indiferentes con su pareja. No necesitan tener los tres factores de riesgo, a veces con uno basta para estar en la lona.
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