¿Por qué nos cuestan tanto trabajo las despedidas?

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Sin darnos cuenta, a lo largo de nuestras vidas, vamos experimentando una serie de despedidas, puesto que todo termina y todo cambia. Sabemos que nada es para siempre, sin embrago, intentamos aferrarnos a las cosas, a las personas o a las circunstancias y en realidad nunca estamos listos para los finales y cuando estos nos alcanzan, sufrimos indeciblemente la pérdida de un vinculo, de un objeto o de una persona.

Durante nueve meses fuimos uno con nuestra madre, habitamos en un universo de placer dentro del cual todo fue perfecto, armonioso, grato, amable y confortante. Cada una de nuestras necesidades fue  cubierta de manera inmediata, no experimentamos frustración, ni preocupación alguna. Es cierto que, en cierta medida, absorbemos el sufrimiento de nuestra madre, sin embrago en términos generales habitamos en un mundo de placer. Pero más importante aún, fuimos uno con mamá, no había un límite claro entre ella y nosotros, no era distinguible donde empezaba ella y donde nosotros, éramos uno con el universo que habitamos durante nueve meses. Nueve meses que, en términos humanos es un parpadeo, sin embrago, para el feto es toda una larga vida. De pronto, este universo se colapsa, las aguas que nos contienen se agitan y nos expulsan y se da la tan necesaria separación. Separación que implica vida, sin ella ambos mueren. Es crucial separarnos para continuar con vida.

Esta separación, impacta de manera profunda en la psique del bebe, es vivida con gran sufrimiento, produce grandes cantidades de inseguridad y miedo que son guardados en los rincones más profundos de nuestro ser y que nos acompañarán el resto de nuestra vida, iniciando con ello nuestra huella de abandono.

Pero esta, es la primera de muchas separaciones y despedidas que viviremos a lo largo de nuestra historia humana. Después del nacimiento, mamá no está 100% disponible para nosotros y cada una de sus pequeñas ausencias es vivida como una separación o abandono, generando con ello más miedo e inseguridad. Más tarde vendrá el destete, la partida a la guardería o al kínder, posteriormente a la primaria y así, ininterrumpidamente comienza una larga trayectoria de abrir nuevos ciclos y cerrar viejos, despidiéndonos de lo conocido y separándonos de lo que amamos y  de aquello a lo que ya nos habíamos habituado. Este sin fin de despedidas y separaciones es parte de nuestra vida y proceso fundamental en nuestro aprendizaje terrenal. La gran lección del ser humano es el desapego. Desapego entendido como un vínculo de cohesión, sin confusión de identidades, es decir, una persona puede amar profundamente a algo o a alguien, pero entiende que no es ese algo o alguien, comprende que es su propio ser y que  se llena a sí mismo, consigo mismo. Puede experimentar tristeza con la pérdida de ese algo o alguien, ya que esta es la emoción que se genera al terminar un ciclo de amor que se disfrutaba. Sin embrago, no se angustia, ni desespera, ni se siente desolado o desamparado, emociones prototípicas del apego y que tienen su origen en la huella de abandono.

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Ahora comprendemos porque es difícil soltar y desapegarnos, pero también sabemos que es un proceso natural que forma parte de nuestra vida. Es importante trabajar el desapego y nuestra huella de abandono para que resulte más fácil y menos doloroso soltar cuando llegue el momento de dejar ir aquello que tanto amamos. Acude a una consulta conmigo para trabajar en tu huella de abandono y que cada separación o despedida te resulte mucho más llevadera.

LIC. MICHELLE MARTOS RAMIREZ

Consultora y Comunicadora en Semiología de la Vida Cotidiana.

Cel. 442 2302398

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