Oración del Niño de la Salud, la pequeña figura que escucha grandes plegarias

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Oración del Niño de la Salud

En un rincón del corazón mexicano, entre las montañas de Guanajuato, nació la oración del Niño de la Salud, una  muestra de devoción y  fe que con el tiempo ha tocado vidas en todo el mundo.

El Niño de la Salud, una pequeña imagen de Jesucristo en su infancia, ha sido por décadas un símbolo de fe, consuelo y sobre todo, de esperanza para quienes enfrentan enfermedades, angustias o pérdidas.

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El Niño de la Salud

Un origen humilde, una fe que crece

La historia del Niño de la Salud comienza en el año 1939 en Morelia, Michoacán, aunque con raíces profundas en Cortazar, Guanajuato. Fue ahí donde la imagen fue llevada tras ser adquirida por una devota mujer llamada María de Jesús Hinojosa, quien la colocó en un altar doméstico con especial reverencia. Desde entonces, comenzaron a circular testimonios de personas que, al orar frente a esta pequeña figura, sentían alivio en el cuerpo y en el alma.

Con el tiempo, su fama se extendió por todo el país, especialmente por los relatos de curaciones milagrosas y mejoras de salud inexplicables, atribuidas a su intercesión.

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La oración que muchos susurran en voz baja

La Oración al Niño de la Salud es, para muchos, un bálsamo en momentos de angustia. Sencilla, directa y cargada de ternura, suele rezarse con una vela blanca encendida y la imagen del Niño cerca.

Oración al Niño de la Salud

Niño de la Salud, en Ti confío.
Mira mi dolor, escucha mi súplica.
Toca mi cuerpo enfermo con tu manita santa,
y concédeme la salud que tanto necesito.
Tú que dijiste: “Pidan y recibirán”,
hoy vengo a pedirte con fe de niño.
Confío en tu bondad infinita y en tu amor sanador.
Amén.

Aunque existen distintas versiones, todas comparten un tono de amor filial, casi maternal, y una confianza profunda en la compasión de un Jesús niño.

Milagros que caminan en silencio

Miles de creyentes aseguran haber recibido milagros gracias al Niño de la Salud. Desde diagnósticos médicos que cambian de un día a otro, hasta madres que recuperan a sus hijos en momentos límite. Las paredes del Santuario del Niño de la Salud, ubicado en Morelia, están tapizadas con exvotos: pequeños cuadros o placas que narran con dibujos e inscripciones los favores recibidos.

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Entre los testimonios más conmovedores está el de una mujer que, tras años de infertilidad, acudió al santuario con la esperanza de concebir. Hoy, cada año regresa con su hija, a quien llamó Salud, en honor al milagro.

Más que una figura, un refugio espiritual

Lo que hace especial al Niño de la Salud no es solo la imagen –una escultura pequeña, vestida con túnica blanca y capa roja– sino el vínculo íntimo que establece con quienes le rezan. A diferencia de otras devociones, esta se siente casi como un diálogo entre madre e hijo, entre un corazón cansado y otro dispuesto a sanar.

Milagroso Santo Niño Jesús de la Salud | rosademaria
Un refugio espiritual

Para muchos, el Niño de la Salud no es una leyenda ni una tradición antigua, sino una presencia viva en su día a día. Es el que escucha cuando nadie más lo hace, el que alivia cuando la medicina falla, el que acompaña en los silencios más oscuros.

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