Neurociencia | El origen de la pobreza

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Por David Uriarte

Alternativo.mx / La pobreza social, en términos de ingresos per cápita en el mundo, depende en gran medida del aprendizaje cultural. Es en la familia donde se ingiere la cicuta (planta venenosa) de la desgracia económica.

Las enseñanzas de la familia y del sistema educativo giran en torno a la idea de estudiar, tener un título u oficio, buscar un empleo con seguridad social, esperar la jubilación y morir dignamente.

La forma de pensar determina la conducta. Hacemos o dejamos de hacer porque así lo decreta nuestro pensamiento y nuestras creencias. En materia de economía, donde el dinero y los bienes representan el poder adquisitivo, el estilo de vida y la clase social, los mexicanos empujan la balanza estadística de pobreza hasta un 50 por ciento, otros mexicanos descansan en la medianía de la sobrevivencia económica y solo el 9 por ciento mantiene una libertad económica para una calidad de vida envidiable, y el uno por ciento tiene prácticamente resuelta la vida para ellos y muchas generaciones más.

La estadística solo representa el mapa por donde la realidad se expresa, sin embargo, en la dinámica propia de una economía volátil todo indica que la clase media está en peligro de extinción.

La pobreza se extiende como epidemia que diezma la precaria economía de los mexicanos y los esfuerzos para contenerla no dan resultados, o se cambia la manera de pensar de los mexicanos, o las políticas asistencialistas será la medicina caduca y toxica que deberá retirar la Cofepris de la conciencia social.

En la escuela enseñan matemáticas, en la casa (en teoría) se enseña el ahorro, la importancia del respeto, el valor de la autosuficiencia y todo aquello que construye una economía sana.

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El origen de la pobreza resulta de la mezcla del sistema educativo y familiar, ambos promueven la ley del menor esfuerzo: estirar el brazo.

Mientras se promuevan pensamientos asistencialistas donde todo se resuelva con el esfuerzo ajeno, las neuronas de la creatividad no cumplirán su función y las personas renegarán de su pobreza pero no de su flojera, despotricarán contra el patrón y los ricos, pero no en contra de su pensamiento.

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