Por David Uriarte
Alternativo.mx / Empecemos por el principio. Según las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el año pasado la mitad de los mexicanos no abrieron un libro, y el 30 por ciento de los que lo hicieron su lectura fue de autoayuda. En el mejor de los casos, los mexicanos se aprenden datos, pocos hurgan en el conocimiento y quienes lo hacen se inclinan más por el conocimiento empírico o teológico, dejando al conocimiento científico para la reducida población de interesados.
De las personas que acumulan datos, algunas piensan que basta una memoria llena de rarezas, números, medidas, fechas, nombres o definiciones para ser inteligente o culta.
Las personas informadas pertenecen a otro nicho bien definido donde pueden llegar a ser formadas bajo los conceptos que les dan sentido a las distintas áreas de la vida. La información sirve para darle contexto a la vida, para valorar y comparar las condiciones propias y ajenas, incluso para corregir estilos de vida. Estar informados es mucho más que acumular datos, sobre todo cuando la información deriva de fuentes científicas y confiables.
El conocimiento, a diferencia de los datos y la información, mantiene a la persona empoderada y preparada para resolver problemas del contexto social; lo mantiene competente en áreas del contexto educativo, comercial, de salud, técnico, de análisis e investigación. El conocimiento permite valorar la toma de decisiones, aunque aparentemente o a los ojos de la ignorancia parezca una paradoja.
Las personas no se intoxican con el conocimiento; se intoxican con la información vendida, ofertada o confundida con conocimiento.
Si los mexicanos –según las cifras oficiales– no leen, y los que lo hacen leen libros de autoayuda cuya información repara en puntos de vistas, ensayos o vivencias cuya generalización no aplica para todos, entonces tenemos una población cuya ignorancia obnubila la conciencia y no se dan cuenta que sus pensamientos parten de una fuente contaminada por la información, sesgada por las buenas intenciones y su grado de intoxicación informativa los mantiene a un pensamiento de distancia del conocimiento.
Tener información y conocer son cosas distintas.
Te puede interesar: