A lo largo de la historia observamos grandes avances tecnológicos, científicos, médicos y arquitectónicos solo por mencionar algunos, pero ¿por qué me ignoras y me haces invisible? ¿Sabes que tu indiferencia me duele? Los seres humanos hemos evolucionado en muchos rubros, nuestras ciudades, casas, vehículos y medios de transporte son un claro ejemplo de ello. Sin embargo, nuestros lazos afectivos, vínculos, nuestras familias, nuestras parejas y sociedad han involucionado de manera importante y se resquebrajan como castillos de arena con el paso del tiempo.
Esta profunda crisis humana es resultado de un sistema capitalista concentrado únicamente en la acumulación de riqueza y bienes materiales; se ha desvalorizado todo aquello que es la verdadera riqueza inherente al ser humano. Su esencia cooperativa, tolerante, empática, flexible y amorosa. Vivimos en un mundo en el cual no existen espacios para todos. La discriminación y la intolerancia se han vuelto el nuevo cool. Ignoramos a quienes son distintos a todo aquello que consideramos “normal”, o preestablecido por los estereotipos sociales marcados por la mercadotecnia y un sistema de consumismo del cual somos parte meramente como robots programados, impensantes e insensibles. Ignoramos a la misma naturaleza que nos provee de un universo diverso, rico por sus diferencias y abundante en sus colores, formas y sabores, todos ellos normales en el más estricto sentido, ya que todos ellos forman parte de la naturaleza.
Cuando hablamos de AUTISMO, SíNDROME DE DOWN, RETRASO MENTAL, SORDERA, CEGUERA, SíNDROMES ESPECIALES, PARILISIS CERBRAL, ETC., incluso entramos en polémica para referirnos a quienes los padecen; les hemos llamado discapacitados, personas con capacidades diferentes e incapaces. Peor aún, no los reconocemos, los ignoramos, nos topamos con ellos en la calle y nos volteamos, hemos escuchado a mamás decirle a sus hijos “NO LO VEAS”, los hemos hecho invisibles y en ocasiones hasta nos burlamos, y los lastimamos con una mirada despectiva o un comentario hiriente. No los reconocemos como lo que son, simplemente PERSONAS COMO TU Y COMO YO, que merecen espacios dignos dirigidos a ellos y que les faciliten su existencia. ¿Por qué me ignoras y me haces invisible? ¿Sabes que tu indiferencia me duele?
Nos enfrascamos en vocabularios absurdos como “todes o elles”, queriendo convertir a una sociedad mal educada en inclusiva por el simple uso de un vocabulario por demás inadecuado académicamente hablando. Debemos educarnos y a nuestros hijos en lo que significa una verdadera inclusión. Generar espacios diseñados para ellos, generar símbolos o signos con los que podamos identificar la presencia de alguien con autismo, asperger, retraso mental, parálisis cerebral, o cualquiera de estos, sin rasgos físicos aparentes pero con diferencias internas importantes, para que al encontrarnos frente a ellos, los identifiquemos e incrementen nuestros niveles de tolerancia, flexibilidad, empatía y solidaridad. Debemos generar una sociedad más consciente y darles la bienvenida. Votar por gobiernos cuyas propuestas velen por ellos, los cuiden, protejan y contemplen dentro de sus presupuestos anuales.
Debemos incluir dentro de nuestros sistemas educativos, lenguaje de señas, civismo incluyente, normalizar su existencia y presencia. Respetarlos, aceptarlos y amarlos como parte de la naturaleza y de la existencia humana. No permitir la indiferencia ni el rechazo frente a ellos, menos aún el bullying o las burlas que los lastiman en lo más profundo de su ser, generando huellas en sus corazones, que ni sus padres, impotentes ante una sociedad hiriente, pueden aliviar. ¿Por qué me ignoras y me haces invisible? ¿Sabes que tu indiferencia me duele?
Estos son los ámbitos en los que verdaderamente debe de haber una evolución humana. Somos responsables de crecer como personas para convertirnos en una sociedad mucho más asertiva, afectiva, cooperativa y solidaria. No será, hasta cuando cada uno de nosotros decida trabajar su intolerancia y convertirse en el ser amoroso que llevamos dentro, que nuestro mundo cambiará para convertirse en el hogar seguro para todos sus habitantes, tan distintos y diversos todos como lo es el mismo universo y nuestra sorprendente naturaleza. Será entonces, cuando como humanos seremos capaces de comprender que ellos, a quienes con tanta indiferencia vemos hoy, son nuestros más grandes e iluminados maestros de amor.
PARA TI REGINA CON TODO MI AMOR
LIC. MICHELLE MARTOS RAMIREZ
Consultora y Comunicadora de Semiología de la Vida Cotidiana
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