En las montañas, en los pueblos donde aún se encienden fogatas al caer la noche y en los susurros de los abuelos, sigue viva la leyenda del nahual.
Video: Julia Palma
Tal leyenda no está vigente como un simple cuento para asustar a los niños, sino como una parte esencial de una cosmovisión que nunca ha dejado de respirar.
¿Qué es un nahual?
Según la tradición mesoamericana, un nahual (o nagual) es un ser humano con la capacidad de transformarse en animal, generalmente durante la noche. Ese don o maldición, según a quien se le pregunte, está ligado profundamente al espíritu, al calendario y a la conexión del ser humano con la naturaleza.

En náhuatl, “nahualli” significa “oculto” o “disfrazado”, lo que ya da pistas del carácter misterioso de estas figuras. Para muchas culturas indígenas, el nahual es más que un brujo o un cambiaformas; es un protector espiritual, un guía y en ocasiones, un ser temido por sus habilidades sobrenaturales.
Un origen prehispánico lleno de simbolismo
Mucho antes de que llegaran los conquistadores, los antiguos pueblos de Mesoamérica —como los mexicas, mayas y zapotecas— ya hablaban de hombres y mujeres con poderes especiales ligados a los astros y a los animales. Se creía que cada persona nacía con un animal espiritual, un tonal, que marcaba su destino y carácter. Algunos, sin explicación lógica, podían “fundirse” con ese animal y adoptar su forma.

Los registros del códice Florentino y Borgia, por ejemplo, muestran imágenes de estos seres mitad humano, mitad bestia. No eran monstruos; eran sabios, chamanes, guardianes de la comunidad. Con la llegada del cristianismo, la figura del nahual fue demonizada, vista como brujería o pacto con el diablo, tergiversando su profundo significado espiritual.
Testimonios que aún estremecen
Don Aurelio, un campesino de la Sierra Mixe en Oaxaca, relata con voz baja pero firme:
“Yo vi cómo un hombre se convirtió en jaguar. Lo vi con mis propios ojos. Era el curandero del pueblo. Nadie lo molestaba. Protegía nuestros campos, pero también podía castigar si le faltaban al respeto”.

Historias como esta abundan en comunidades indígenas de Chiapas, Veracruz, Puebla y otras regiones. Algunos aseguran haber visto figuras animales caminando como humanos, otros han escuchado gruñidos imposibles en la madrugada. Incluso en zonas urbanas, hay quienes creen que los nahuales caminan entre nosotros, invisibles a los ojos incrédulos.
Más allá del mito: identidad y resistencia
En tiempos donde lo espiritual es constantemente desplazado por lo digital, el nahual representa una resistencia silenciosa. Una conexión viva con la tierra, con los animales y con los ancestros. Para muchos pueblos originarios, hablar del nahual no es superstición, es hablar de identidad.
Académicos como el antropólogo Alfredo López Austin han defendido la importancia de estas creencias como parte esencial del pensamiento indígena.
“El nahualismo no es una fantasía; es una forma compleja de entender el alma y la relación del hombre con el universo”, escribió en uno de sus estudios más reconocidos.
¿Y si el nahual está más cerca de lo que crees?
Tal vez el verdadero poder del nahual no esté solo en su capacidad de transformación, sino en su persistencia. En seguir caminando en nuestras historias, en sobrevivir al tiempo, al juicio de la modernidad y al olvido.
Porque al final, todos llevamos dentro un animal que ruge en las noches de tormenta. Y quizás, solo quizás, el nahual sigue vivo en los rincones más profundos de nuestro ser.