El autoconocimiento: la competencia clave del liderazgo emocionalmente inteligente

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En el mundo empresarial, se ha prestado mucha atención a las habilidades técnicas y la capacidad de tomar decisiones rápidas, pero se ha dejado de lado una habilidad igualmente importante: la inteligencia emocional. Hablaremos sobre los 4 dominios o competencias de la inteligencia emocional que todo líder debe tener para un liderazgo efectivo, pero en especial haremos hincapié en una competencia que es la base de cualquier liderazgo emocionalmente inteligente: el autoconocimiento.

El gran filósofo griego Aristóteles decía que “Conocerse a uno mismo, es el principio de toda sabiduría”. Aristóteles, destacaba que, para alcanzar la sabiduría, era necesario el reconocimiento y comprensión de nuestras fortalezas, debilidades, valores, creencias y emociones.

 Los 4 dominios de la inteligencia emocional

El liderazgo es un arte que requiere de habilidades emocionales para lograr un trabajo en equipo eficiente y un ambiente laboral sano. Para esto, todo líder debe enfocarse en desarrollar los 4 dominios de la inteligencia emocional que son: la conciencia de uno mismo, la autogestión, la conciencia social y la gestión de las relaciones. Estos dominios están íntimamente relacionados, porque un líder no puede controlar sus emociones de manera correcta si primero no es consciente de ellas. Además, el rendimiento laboral de cualquier persona está estrechamente relacionado con sus sentimientos. Por eso, es crucial que un líder sepa identificar sus sentimientos, lamentablemente muchos ni siquiera saben nombrarlos.

Hay muchísimos estudios realizados por diversos investigadores, sobre todo en la década de los 90’s, cuando se popularizó el término de “inteligencia emocional”, que han tratado de evaluar la “conciencia emocional” de la población en general, y el consenso es que alrededor de un 40% de la población, tiene una conciencia emocional o muy baja o limitada. ¿Esto en qué te afecta? Para empezar tienes una muy buena población entre tus colaboradores que vive dando respuestas emocionales inapropiadas o desproporcionadas a las situaciones del día a día, lo cual complica la operación, pero más importante aún, esta incapacidad para identificar sus propias emociones también puede estar asociada con trastornos emocionales y de salud mental, como la depresión y la ansiedad. Es decir, puede ser que en tu empresa haya personas que están viviendo episodios de depresión o ansiedad y ni siquiera lo saben, porque no han alcanzado ese  nivel de madurez emocional que les permite identificar qué sienten y cómo reaccionar a lo que sienten. Hay que poner mucha atención a esto para saberlos ayudar.

La identificación de las emociones es una habilidad, y como todas las habilidades, ésta también se mejora con la práctica. No es posible separar el factor humano en la vida empresarial. Te garantizo que tu vida será mucho más feliz si logras construir un equipo de trabajo en el que puedas confiar, que tomen buenas decisiones, que se sepan autogestionar y que se conozcan a ellos mismos.

Y para ejemplificar un poco más la importancia de promover el desarrollo de la inteligencia emocional en sus empresas, quiero compartirles tres casos de personas que perdieron el control y las consecuencias que esto tuvo sobre sus empresas.

La pérdida del control y sus devastadoras consecuencias a nivel empresarial

Gerald Ratner fue CEO de la empresa británica de joyería Ratners Group. En 1991, durante una conferencia de comercio minorista en Londres, Ratner hizo un comentario despectivo sobre la calidad de las arracadas que vendía su empresa, dijo “los aretes de aro que vendemos son más baratos que un plato de langosta y probablemente no duran tanto”. Ratner estaba tratando de ser gracioso y ganarse la simpatía de su audiencia. Sin embargo, su comentario resultó ser extremadamente inapropiado y tuvo un impacto muy negativo en la imagen de la empresa, porque su declaración se difundió rápidamente en los medios de comunicación teniendo un efecto devastador. Las ventas cayeron en picada y tuvo que cerrar más de 200 tiendas y despedir a miles de empleados. La empresa incluso tuvo que cambiar su nombre para intentar recuperar la confianza del mercado. Evidentemente, Ratner no tuvo la suficiente inteligencia emocional para comprender que sus palabras eran despectivas hacia sus colaboradores y poco empáticas con sus clientes. Fue una falta de consideración que resultó en una crisis de relaciones públicas y que llevó a la empresa al borde del colapso.

El segundo caso es el de Tony Hsieh, ex-CEO de Zappos, la popular tienda en línea de zapatos y ropa que ha construido su cultura laboral en torno a valores como la inclusión y la colaboración. Un año Tony organizó una reunión de la empresa en Las Vegas y algunos colaboradores no pudieron asistir. Esto enfureció completamente a Tony, así que como represalia, envió un correo electrónico a toda la empresa en el que se refirió a los colaboradores como “retardados” y les dijo que deberían “estar avergonzados” por no haber asistido. Muchos de sus colaboradores se sintieron ofendidos por las palabras de Tony, así que comenzaron a abandonar la empresa en busca de un ambiente de trabajo más respetuoso. A pesar de que Tony se disculpó públicamente por su correo electrónico y trató de rectificar la situación, el daño ya estaba hecho y no hubo manera de recuperar la confianza de su equipo de trabajo.

Y el tercer caso es el de Reed Hastings, ex-CEO de Netflix. En 2011, Netflix anunció que iba a separar su servicio de DVD por correo de su servicio de streaming y que los clientes tendrían que pagar por separado cada servicio. Esto resultó en un aumento de precios para los clientes, a lo que no tardaron en llegar las críticas porque muchos de ellos se habían sentido engañados sobre lo que se les había vendido. Como respuesta, Hastings publicó un comunicado en el que defendía el cambio y criticaba a los clientes que se habían quejado, los llamó “enojones” y “lloricones”. Cabe destacar que la cultura laboral de Netflix, siempre había valorado la satisfacción del cliente y la empatía como parte fundamental de su filosofía. Como resultado, muchos empleados y clientes se sintieron incómodos y abandonaron la compañía.

En conclusión, estos 3 ejemplos muestran cómo la falta de inteligencia emocional de un líder puede dañar seriamente la cultura laboral, la relación con los clientes y la sustentabilidad de una empresa.

Si mejoras tu autoconocimiento podrás convertirte en un líder emocionalmente inteligente. De esta forma, también podrás -en caso de ser necesario- proporcionar la ayuda adecuada a tus colaboradores que estén experimentando algún tipo de trastorno emocional o de salud mental.

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